domingo, 3 de octubre de 2010


La muerte hace que seamos conscientes de lo solos que estamos en el mundo. Nos deja desamparados y nos hace ser conscientes de lo frágil que es todo. De lo efímera y arbitraria que es la vida. Te has ido. Y yo sigo aquí. Respirando, caminando, viendo, tocando, sintiendo. Exactamente igual que el resto de la humanidad en este mismo instante. Y pienso en lo injusto que es que tú ya no puedas hacerlo nunca más. En lo terrible que es saber que alguien como tú ha dejado de existir. En lo duro que es hacerse a la idea de que no volveremos a verte. Te has ido. Y, sin embargo, estás presente en todo lo que respiramos y tocamos cada uno de nosotros desde hace dos días. Tu ausencia se nos ha incrustado en el pedacito de vida que ocupabas. Y la ausencia, tu ausencia, es algo que abrasa.


3 comentarios:

El Drac dijo...

Estamos tan abrazados a lo material que cuando alguien muere casi nunca pensamos que ha cumplido su ciclo, siempre pensamos que tenía más para dar y en verdad somos sólo compañeros de viaje, estamos juntos sólo por un tiempo y en algún momento, tarde o temprano partiremos a seguir nuestro VERDADERO RUMBO. Un abrazo

.A dijo...

no se vivir si no es contigo..

Dara dijo...

sopla fuerte. mucho.
(al final deja de quemar y hasta te pone sonrisas en la boca a veces. te lo prometo)