lunes, 15 de septiembre de 2008

Echaré de menos el consuelo de tus notas


Aquello era una despedida en toda regla aunque ninguno de los dos estuviera dispuesto a aceptarlo. Iba a tardar mucho tiempo en volver a sentir esa sensación al acariciar su superficie. Sus dedos echarían de menos el tacto que le proporcionaba en cada pulsión. No sabía cómo hacerlo. No sabía qué hacer ahora que estaba allí, sentada ante él por última vez hasta su próximo y lejano reencuentro. Aún no se había ido y ya lo echaba de menos. Ya le pesaba en lo más profundo de su ser la falta de aquel compañero de soledades. Habían vivido tantos momentos juntos… Había sido su mayor confidente. El que más lágrimas le había visto verter.




Él, sin lugar a dudas, extrañaría aquellos encuentros al atardecer. Aquella delicadeza y melancolía que la caracterizaba cuando acudía a él en busca de consuelo. Sentía profundamente su marcha, pues nadie conseguía sacar lo mejor que él podía ofrecer como lo hacía ella.





Se decidió, por fin, y tocó la última y más triste de cuantas melodías había interpretado al piano. Quería grabar en su mente cada sonido, cada sensación, cada respiración. Tardaría mucho tiempo en volver a sentarse ante él, su piano, su compañero durante 12 largos y fatídicos años y quería que aquella noche se quedase en el recuerdo. Disfrutó sintiendo el tacto de sus teclas bajo sus yemas al deslizar sus largos y frágiles dedos por el teclado. Arrancó una melodía que más que melodía era un gemido, un llanto con sabor a despedida. Había llegado el momento del “adiós”. Cerró la tapa y acarició su superficie nacarada durante un instante mientras en su mente sonaban años de sonatas, preludios, nocturnos, valses, jazz, blues… El silencio ocuparía ahora el lugar de aquellas notas.

4 comentarios:

R. dijo...

Odio las despedidas :_
Todas.

OjosMiel. dijo...

Yo también odio las despedidas.
No me quiero imaginar como sería despedirme de mi guitarra!

Anónimo dijo...

Yo, más que odiarlas, soy una torpe, y no sé encajar las despedidas. No me gustan los finales.

Aunque bueno, todo final es un nuevo principio.

Seguro que existe algun instrumento que tengas ganas de tocarlo, a parte del piano, claro.


Eso no es traición.

Anónimo dijo...

¿Y no existe ningun teclado portátil? Como esos de PC, que se pueden doblar y llevar consigo facilmente. Que los estrujas y no les pasa nada, oye.

Creo que paso poco tiempo en la tierra, pero si no existe, sería una buena idea.

Gracias por ponerme en tu lista de links, un lujazo, señorita.