martes, 4 de noviembre de 2008

Hay veces que se necesita sentir la ausencia hasta que te hiere. La ausencia de tiempo, de inspiración, de ganas, de sueños, de fuerzas, de corazón, de vida… Es un grito sordo. Una melancolía infinita que se arrastra en silencio por el entramado de canales y conductos de tu cuerpo. Y queman los recuerdos. Sientes su paso por los huecos que hay en cada rincón de tu anatomía y te das cuenta de que estás más vacío de lo que nunca hubieses imaginado. Lleno de agujeros. Y aun así no consigues encontrarte en ningún punto de la nada que te llena. Eres el reflejo difuminado de lo que fuiste algún día. Un retrato borroso de las circunstancias pasadas. Pero para qué intentar arreglarlo. Para qué llenar el vacío, si cuando la composición esté completa durará íntegra un instante y al siguiente volverá a ser un lienzo en blanco, un presente incompleto y mutilado.

3 comentarios:

R. dijo...

Sentimos que está ahí porque cuando falta lo notamos,como el aire.

OjosMiel. dijo...

Si nunca te ha faltado nada, nunca lucharás por nada.

Ba.ritadechoco dijo...

lo mejor de los lienzos en blanco es que puedes volver a reinventar la condicion humana :)