lunes, 15 de febrero de 2010


Te duele no porque aun lo sigas queriendo, si no porque fue lo más próximo que tuviste a la felicidad

5 comentarios:

Ignacio Reiva dijo...

Duele que, a pesar de haber estado tan cerca, sea imposible alcanzarla. Un gran beso.

Karla dijo...

OOH, sí... nos apegamos a los seres... nos hacemos adictos a esa "cercanía" a la felicidad... aunque ya no haya nada... o precisamente, porque ya no hay nada.

A veces, las separaciones nos hacen adictos, no tanto el haber estado unidos, sino la separación.

Saludos. Tenía ganas de volver a leerte.

Dara dijo...

¡Bueno, bueno! Pero si la felicidad está escondida debajo de los cojines del sofá, solo tiene que mirar allí y listo.


(un mimo
y un café)

El Drac dijo...

Correcto, pero si son lásgrimas de una mujer son falsa, tuve una novia que cuando la conocí lloraba por un tipo que la había dejado sin despedirse ni nada ¡cómo lloraba! y a los tres días ¡ya estaba conmigo!. Un gran abrazo

Shadow dijo...

Duele sentir que lo que sentíamos tan cerca se aleja de nosotros a la velocidad del sonido... Pero siempre se puede alcanzar de nuevo la felicidad, quizá con alguien que en vez de ponértela cerca, te la regala.
Hacía mucho que no te leía por aquí también, pero siempre me gusta lo que escribes, aunque sea cortito.
Un besazo ^^