sábado, 28 de abril de 2012




París arde tras los cristales, recordándonos lo efímero del ser. A veces olvido que tú dominas el tiempo a tu antojo y que la eternidad, no es más que tu sonrisa. Eres el rojo que tiñe cada espacio en blanco que hay en mí. Pienso en París porque llueve. Y pienso en aeropuertos, en anillos de papel, en bolsillos y en el metro. En Madrid, en tus manos. En cómo será ver tu sonrisa entre magdalenas cada mañana. En mariquitas en el techo y en el olor a café viniendo de la cocina al despertar. Pienso. Y basta un beso en el hombro para saber que sería capaz de venderle mi alma al diablo con tal de verte sonreír así el resto de mi vida. No es debilidad, es devoción. Sé que no hay nadie en este jodido planeta que tenga dentro tanta magia como tú.

1 comentario:

Anaid Sobel dijo...

Este noche llueve y París es una fiesta, a veces ser feliz que poco cuesta...

me encanta en serio.
sublime