miércoles, 30 de mayo de 2012




Siempre hay alguien que corre. El mundo aún es lo suficientemente grande como para intentarlo, por mucho que insistan en que todo tiene cada vez más límites. Te hablo de magia. Me cuentas que hace tiempo dejaste de creer en ella. Recuerdo la escena en la que Campanilla cae rodando por la casa de muñecas. Me siento como si estuviese en ese rellano, de pie, viéndola perder la luz a cámara lenta hasta detenerse y volverse gris. Gris. Lo notas. Teníamos tanta magia que pudo haber sido, pero no. También tuvieron que limitar eso. Llevo un rato sin mirarte y aún así podría detallar el brillo de tus ojos por no saber qué es lo que estoy pensando. Nunca lo he olvidado. Si te miro ahora, me rompo. Y no. Hay tantas cosas que aún no te he dicho. Sé que me llevé tu magia. Por eso nunca me he ido. Te debía un mundo. Te empeñaste en cerrar los ojos cuando yo salí corriendo. Pero ahora me doy cuenta de que fui yo quien cerró los ojos y tú quien corrió de alguna forma. La vida sin ti era un cúmulo de circunstancias demasiado gris. Levanto la cabeza y te miro. Estás ahí, después de todo. Después de tanto. Sin entender que tu sonrisa para mí es mejor que un millón de aplausos. 

3 comentarios:

.A dijo...

por que cuando sonrie el mundo entero se le queda mirando

Anaid Sobel dijo...

Como no crees en la magia con cosas así¿?

Hollie Deschanel dijo...

Supongo que solo nos queda seguir corriendo :)

Te sigo, y te animo a pasar por mi blog si te apetece <3