lunes, 18 de agosto de 2008

Algo que contar


Amaneció y con los rayos de sol del nuevo día llegaron vientos de cambio. Se había cansado de ser cobarde. De guardar silencio para no herir, porque en el arte de la palabra era la más diestra y no había contrincante que estuviera a la altura de sus verdades. Aquella mañana se había levantado sabiendo que las cosas no volverían a ser lo que hasta el momento habían sido. No. Las cosas debían cambiar. Y no sería ella la que atrasara más ese momento. Ya lo había hecho durante más tiempo del necesario. Se había hartado de todo. Del dolor, de los silencios, de las trampas, del miedo, de la cobardía, de agachar la cabeza, de ocultar la mirada, de sentirse pequeña ante el mundo, de ser siempre la última en la escala de prioridades, de llorar a solas, de pensar que todo lo que le ocurría era más de lo que merecía, de sentir que su lugar no era este ni ningún otro, de pensar que tal vez, quizás, algún día ella también podría conseguir algo de lo que se proponía. Mañana era hoy y hoy era el día cero del mes uno en el calendario de su vida. Comenzaba su historia y le daba igual que el patio de butacas estuviera vacío. Siempre lo había estado y hasta el momento no había sido consciente de ello. Pero lo que importaba era que ella se había decidido a salir a escena y abandonar el backstage de una vez por todas. Estaba decidida a contar su historia. La que estaba escrita y la que se iría inventando por el camino. Eso no le importaba.
Por fin tenía algo que contar.

2 comentarios:

R. dijo...

Si estaba cansada de sentirse pequeña ante el mundo que se hiciera enorme.Que la regasen de sonrisas y de lágrimas de felicidad y se hiciese casi tan alta como la luna.

OjosMiel. dijo...

Y no va a tener necesidad de gritar para que le escuchen:)