Su cara era una máscara de piedra que desentonaba con la angustia palpitante en el brillo de sus ojos. Estaba sentada a pocos metros de él, pero sabía que ya hacía rato que había alzado el vuelo y, ahora, probablemente, se encontraría en algún alejado y recóndito rincón de su mente al que él no tenía acceso.
-¿Por qué hemos llegado a este punto?
-¿A qué punto?
-Al del ultimátum. A tener que poner las cartas sobre la mesa para definir el juego. A la última tirada. La definitiva.
-¿Tienes miedo a perder la partida?
-No. Perder nunca me ha dado miedo. Es una parte vital del juego. Tengo miedo a que el "As" que escondes en la manga no sea más que un farol.
-¿Y qué pasaría si lo fuera?
-Que se acabaría el juego. Y significaría que yo gano. Y a veces, ganar es perder.
4 comentarios:
No hay ninguna victoria que no tenga al menos una parte de derrota y, por tanto, no hay tampoco derrota que tenga algo de victoria. O al menos de enseñanza.
No eches órdagos que no puedas ver...
No juegues a nada a lo que no puedas ganar...
Pero juega, es en el propio juego y en la incertidumbre donde está el premio.
Besos...
Muy bueno niña.
Me ha gustao sip!
tenemos la extraña costumbre de asustarnos, cuando alguien agacha la cabeza y esconde la mano detrás de la espalda, y no nos enseña sus canicas o su pasado.
tenemos la extraña costumbre de asustarnos demasiado, y de querer sin medida.
son extrañas costumbres, cierto. pero a una le dan la vida, la vida de verdad, esa que se palpa en las miradas a veces, en algunas bocas, en algunos rincones de la tierra mojada.
un placer, calypso.
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