martes, 15 de febrero de 2011


Paulette tenía tanta fuerza dentro de aquel cuerpecito que asustaba mirarla. No era una cuestión de tamaño, era una cuestión de grandeza. Siempre que le preguntaba cómo lo hacía, cómo era posible que mantuviese aquella serenidad y la tranquilidad en la mirada hasta en los peores momentos, me decía que todo era cuestión de mantener un tono emocional. Se sentaba en el alfeizar de la ventana, dejando que los últimos rayos de sol le acariciasen la espalda. Respiraba hondo y despacio. Profundo, como todo lo que hacía, y después sonreía volviendo a fijar su mirada en mi inquieta persona.

“Es un mecanismo involuntario más. Como cualquier otro. Piensa en todas las cosas que inconscientemente te mantienen en pie cada día. Esas cosas en las que no reparas hasta que no dejan de estar ahí. O sí, pero no como siempre. Como cuando eras un bebé y no podías hablar o tan si quiera levantarte. Tuviste que aprender. Y ahora mismo estás ahí sentado sin ningún tipo de esfuerzo gracias al tono de todos los músculos de tu cuerpo. Estás atento a lo que digo porque, inconscientemente, tu cerebro está manteniendo un tono, distinto al otro y distinto a todos. Ahora piensa en todas las personas que hacen que te levantes de la cama, incluso en los peores días. En el vínculo que te une a ellas. Y plantéate cómo sería perderlo. Plantéatelo cada día durante un segundo. Cómo sería tu vida sin las pequeñas cosas que cada uno de ellos te aporta. No estoy diciendo que, en caso de perderlas, vaya a doler menos. Eso sería una completa estupidez por mi parte. Lo que quiero que entiendas es que a sufrir también se aprende. No implica que no vaya a doler, sino que sepas contener el dolor. Que sepas manejarlo. Saber concentrar todas las fuerzas en el punto que se ha roto y no dejar que los fragmentos se desparramen por doquier. El tono emocional es como un dique de contención. Como una cámara blindada que evita que, estalle lo que estalle en tu interior, te arrastre con ello a donde quiera que vaya. Y como todo tono, tarde o temprano acabará cediendo. No es algo permanente. Pero para entonces, tú ya habrás tenido tiempo de reforzar los vínculos que siguen ahí. Y más que un estallido será como un pinchazo que moleste de vez en cuando.”

1 comentario:

.Amazonica dijo...

Paulette es alguien digno de admiración, pero creo que acostumbrarse al dolor no es algo bueno, ojalá nadie tenga que hacerlo nunca...

besos :)