Hace tanto que no escribo que tengo la sensación de haber
olvidado cómo se hacía. Enfrentarse al papel en blanco. Parece más fácil
enfrentarse a la vida que a uno mismo. Me hago mayor. Me angustia. Las palabras
van entrando en decadencia. Se pierde el sentido común en un intento de no
olvidar el propio debajo de tanta cadena. Respiro más. Entiendo menos. Las
palabras se vacían. Las sonrisas, se amargan. Hay cosas que seguirán siendo
siempre como son.
Escúchame, no es que me haga mayor. Sólo más terca. Más resignada.
Es esta maldita brisa que me revuelve el pensamiento. Este calor que asfixia y
me reseca la garganta. Como el pez que boquea fuera del agua. A dónde ha ido a
parar el aire. Me flaquea el pulso y la memoria.
Si no fuera por ti me habría hecho mayor. Aprender a
desandar lo aprendido. Su manía de medirlo todo. Tu medida arrítmica del
tiempo. Como un batir de alas aquí dentro. La vida es corta. Por eso, hay que
ensancharla. Apareces y se vuelve infinita. Qué más dan los horizontes.
Me hago mayor. Y sé que no. Respiro. Sonrío. Es profundo y
amargo cuando no estás. Cuando después de tanto siguen sin poder verlo. Algo chirría en el pecho. Se oxida y se clava
encorvando un poco la figura. Dicen que los años pesan. Lo que pesa es el
vacío, no los años. El vacío en la mirada. En las palabras. Las raíces que te
invaden y se clavan.
Nunca dudes en abrirme el pecho, en pincharme el alma y que
brote la nada, si me hago mayor.
2 comentarios:
las últimas palabras han hecho crujir mi alma. increíble.
los vacíos son taaan terribles, pero sobretodo: cuánto duelen.
A todos nos pasa, pero supongo que es como montar en bici. Es más, viene bien no saturarse... la sensación de retomar algo siempre arranca una sonrisa.
A mi me has sacado una al leerte.
Te sigo.
muak
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